. . . .Ven oye, yo te evoco.
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Extraño amado de mi musa extraña,
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Ven, tú, el que meces los enigmas hondos
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En el vibrar de las pupilas cálidas.
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El que ahondas los cauces de amatista
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. . . . . . . . . .De las ojeras cárdenas...
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. . . . . . . . . .Ven, oye, yo te evoco,
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Extraño amado de mi musa extraña!
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. . . .Ven, tú, el que imprimes un solemne ritmo
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Al parpadeo de la tumba helada;
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El que dictas los lúgubres acentos
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Del decir hondo de las sombras trágicas.
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Ven, tú, el poeta abrumador, que pulsas
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La lira del silencio: la más rara!
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La de las largas vibraciones mudas,
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La que se acorda al diapasón del alma!
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. . . . . . . . . .Ven, oye, yo te evoco,
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Extraño amado de mi musa extraña!
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. . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . . .
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. . . .Ven, acércate á mí, que en mis pupilas
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Se hundan las tuyas en tenaz mirada,
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Vislumbre en ellas, el sublime enigma
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. . . . . . . . . .Del más allá, que espanta...
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Ven... acércate más... clava en mis labios
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. . . . . . . . . .Tus fríos labios de ámbar,
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Guste yo en ellos el sabor ignoto
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De la esencia enervante de tu alma!...
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. . . . . . . . . . .Ven, oye, yo te evoco,
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Extraño amado de mi musa extraña!
por Delmira Agustini
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